Al igual que la popular serie de televisión que ocupó nuestras pantallas hace diez años, podríamos decir que ‘aquí no hay quien viva’. Pero a diferencia de la ficción, los problemas en Costa Calma no se deben a los conflictos entre sus vecinos, sino al binomio que forman urbanizaciones sin recepcionar, empresas de depuración de aguas privadas con elevado coste para el bolsillo del ciudadano y ausencia de servicios fundamentales, que acaba provocando a diario malestar y carencias. Ante toda esta situación, los residentes comentan que se han reunido en numerosas ocasiones con representantes del Ayuntamiento y del Cabildo, pero lo único que han conseguido hasta el momento es que reconozcan que en la zona hay problemas, de difícil encaje. Los vecinos tienen la sensación de que sus reclamaciones tienen un efecto rebote.
La Asociación Costa Calma Baifo Libre fue el colectivo que llevó a cabo la jornada de protesta el pasado jueves 28 de febrero, que a pesar de ser un día laboral y en horario, de mañana logró reunir a 400 vecinos. Entre las demandas vecinales destaca la petición de un instituto, el aumento de las instalaciones públicas, el acondicionamiento de servicios públicos, aumento de luminosidad en las calles, incremento de la seguridad policial, un servicio de Urgencias las 24 horas, la incorporación de actividades lúdicas y de ocio, la incorporación de un Centro Social, la creación de una plaza pública como lugar de encuentro y solución para el problema del abastecimiento de agua potable.
Susana Cedillo, mostró su satisfacción por la respuesta de los vecinos. «Me gustaría aclarar, para que no hayan dudas, que nuestro colectivo es apolítico. Sólo queremos lo mejor para el pueblo, su gente y, en especial, para nuestros hijos. Así, lo han exigido con la manifestación los vecinos».
Los vecinos de Costa Calma se sienten abandonados
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