
Mientras la lluvia y las bajas temperaturas azotan gran parte de Alemania, la ex jefa de Estado apareció con su marido Joachim Sauer en la isla canaria de Fuerteventura.
Durante el vuelo, Merkel estuvo leyendo su tablet, hizo crucigramas y comió un sándwich y unos pimientos rojos que había traído consigo. Después de aterrizar, desembarcó con los demás pasajeros y los guardias de seguridad la recogieron.
La única «bonificación» que tuvo por ser expresidenta de Alemania fue el ser escoltada hasta el avión por varias personas (probablemente personal de seguridad). Además, se le permitió ser la primera en embarcar. En el avión, ella se sentó en un asiento junto a la ventana y su esposo se sentó en el pasillo. Un guardaespaldas parecía estar sentado unas pocas filas detrás.