El II Encuentro Literario de Morro Jable organizado por Ana Albán y Rosa Laso rindió homenaje al escritor Antonio Olmedo, en la conocida Calle del Carmen de Morro Jable. El acto contó con numerosos escritores locales, vecinos, turistas atraídos por la emotividad del momento y el cariño de todos los asistentes.
Desde primera hora de la mañana del viernes los asistentes recitaron poemas y relatos y una pianista amenizó el evento con jazz. Olmedo, destacó en una crónica publicada en su web que este homenaje para él ha sido “muy emotivo», y añadió «difícil es, cuando se consiguen muchos años, elaborar una biografía, que resultaría muy extensa y, abreviada, resulta imposible. Que nací en Campo de Criptana, es un hecho cierto. Que estudié los bachilleres y Magisterio, también. Que me quedé en 1º de Filosofía y Letras /Historia, porque pronto trabajé y, en parte me independicé, viviendo la vida», tal y como se describe en sus libros.
El texto que citamos a continuación forma parte de su reseña.
Ayer, me dieron el alta, en el Hospital de Puerto del Rosario. Una larga estancia, de 24 días, que me dejó con diez kilos menos y me cargó con una enorme mochila de ternura y atenciones, por parte de dos facultativos muy especiales y 16 enfermeras más 16 ayudantes, que formarán para siempre, mi familia de afectos.
Y hoy en Morro Jable, asistía…¿a qué…? En la calle principal de Morro Jable, brotó, hace poco, un manantial de energía, disfrazada con la belleza de las flores. Quijote de los sueños, Ana María Albán, majorera de solo 32 años, acompañada de su fiel escudero (Rosa tenía que llamarse), recrean algo inaudito, en plena calle.
Han venido políticos de Puerto Cabras, disfrazados de sapiencia y doctrina literaria. Un tenor gallego, desde Corralejo, acude, a vestir de música, el tierno libro de Carlos José. No podía faltar, la presencia siempre grata, de Nuria González, la sonrisa de Onda Fuerteventura.
Se me acerca una turista polaca, a departir conmigo. Una pareja de Keel, bellísimo enclave al norte de Hamburgo,se asombra, con esta noche mágica. La Luna mientras, creciendo en todo lo alto…
Y, como colofón, suena el Aleluya, no la de Leonard Cohen, el de la voz grave, despojámdose de su sombrero, sino las voces blancas, de una Coral desconocida, que tenemos aquí, en Morro Jable.
Hasta el viento, atónito, no osaba moverse.