El Ministerio de Consumo trabaja en estos momentos en la elaboración de un reglamento que paute cómo debe ser el etiquetado de los productos esenciales en braille para las personas con discapacidad visual. En España hay más de un millón de personas en esta situación, según los últimos datos del INE correspondientes a 2020. En 2021 la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) tenía 74.462 afiliados (el 14% de ellos con ceguera absoluta).
La idea de un etiquetado en braille es una demanda que llevan haciendo desde esta organización durante años y que algunas empresas han ido implementando motu proprio en sus productos. Además, supone desarrollar una necesidad que estableció la ley 4/2022, de 25 de febrero, de protección de los consumidores y usuarios frente a situaciones de vulnerabilidad social y económica.
En ella ya se reconocía a las personas con discapacidad su condición de “personas consumidoras vulnerables” al no poder ejercer sus derechos como consumidores en igualdad de condiciones que el resto. También se recordaba que las personas con discapacidad visual pueden ver impedido el acceso a la información que incorporan las etiquetas de los productos de uso cotidiano y se daba el plazo de un año (hasta el 2 de marzo de 2023) para elaborar un etiquetado inclusivo.
¿A qué productos afecta este nuevo etiquetado inclusivo?
Está dirigido a los “productos de especial relevancia para la protección de la seguridad, integridad y calidad de vida” como indica el texto explicativo sometido a consulta pública. Desde el Ministerio de Consumo explican que se centra en los productos de consumo general empaquetado (carnes, pescados, huevos, leche, café, conservas…) y para los potencial o claramente peligrosos (higienes, abonos, plaguicidas, pegamentos, encendedores y cerillas, o bombonas de gas), entre otros.
“Se trata de mejorar la autonomía personal de las personas con discapacidad visual”, explican desde la ONCE. Precisamente ese es el objetivo de la Comisión Braille Española (CBE), que fija las normas para la correcta transcripción al braille de documentos y para confeccionar materiales accesibles en relieve. Esta institución también recomienda a los sectores y empresas cómo incluir en sus productos y servicios el braille en sus diferentes soportes. De hecho, desde ONCE apuntan que la CBE asesoró el año pasado a unas 500 empresas e instituciones para poner en braille informaciones.
¿Qué información del producto debería dar ese etiquetado?
Desde Consumo creen que este etiquetado braille debería dar “la información mínima básica (denominación, naturaleza, fecha de caducidad o consumo preferente, alérgenos)”, así como la información dinámica y extensiva del mismo (nombre y dirección de la empresa productora, composición y finalidad del producto, calidad, cantidad neta o categoría, fecha de producción, sistema de información nutricional, instrucciones para su correcto uso o consumo).
Sin embargo, la ONCE considera que habría que poner la información más relevante: “El nombre del producto, toda la información sobre alergias y la fecha de caducidad, y a partir de ahí el resto de información que quepa y que ayude a la persona ciega a ser más autónoma en sus elecciones como consumidor”. La Organización destaca el problema de que el braille ocupa más espacio, ya que es un sistema de lectoescritura basado en seis puntos cuyas combinaciones en relieve generan un alfabeto con el que se escribe letra a letra. Por eso, uno de los principales problemas a la hora de etiquetar los productos sería el espacio limitado en la superficie del envase.
De todos modos, la norma avanzará también, además del braille, en la utilización de códigos de respuesta rápida (QR) en el etiquetado de bienes y productos de consumo para dar la mayor información posible al consumidor con discapacidad visual.
Los retos de una persona ciega en su día a día
Para José González, afiliado de la ONCE y ciego total, avances como el del etiquetado en braille suponen “mejoras muy grandes que ayudan pero no solucionan de un plumazo los retos diarios a los que nos enfrentamos”. ¿Servirá esto para que una persona ciega pueda hacer la compra en una gran superficie sola? “Claramente no”, responde.
“Aunque estuvieran todos los productos etiquetados en braille y con la información accesible, no es factible hacer la compra tocando todo para conocer las características de cada cosa”, relata en primera persona. Explica que los supermercados están ordenados para llegar a todo de un vistazo y no para leer braille. “Un día mi mujer (que sí que ve) me dijo que los turrones estaban en braille y yo emocionado fui a ver los sabores para elegir. Cogí una caja y como suelen estar ordenados como dominó se cayeron todos al suelo”, relata.
“Por eso creo que el objetivo principal de esta norma es que una vez tengas el producto en casa sepas reconocerlo y tengas la información más esencial al alcance, que no te pongas zumo o vino en los cereales en lugar de leche porque los tetrabricks y las latas son similares en todos los productos”, destaca.