El primer hotel rural de Fuerteventura, la Era de la Corte, en Antigua, cierra sus puertas tras 26 años de trato cercano y de calidad de sus dueños, la familia Rodríguez Cabrera.
«Hasta aquí llegó nuestra andadura.
Mamá Victoria y Papá Andrés abrieron este espacio para aportar su grano de arena y educar a los visitantes de la isla en el respeto y el conocimiento del patrimonio y la cultura de nuestra isla.
En 2017, sus hijos, con Malole y su pareja David a la cabeza, tomamos el relevo y entre todos intentamos formar parte de ese pequeño sector que ayudara a mejorar la fusión entre el turismo y el majorero.
Hemos luchado contra instituciones, políticos, huéspedes que malinterpretan el turismo y algún que otro turoperador para mejorar la calidad de vida de nuestra tierra y ha llegado un momento en el que hemos decidido que ya es suficiente.
Agradecemos a nuestros huéspedes que han entendido el concepto y han respetado nuestra tierra todo lo que nos han aportado y lo mucho que nos han ayudado a aprender y crecer.
También queremos agradecer a aquellos huéspedes que no entendieron el concepto y no supieron respetar nuestra tierra, porque gracias a ellas encontrábamos siempre una nueva forma de educar desde el respeto.
Ahora nos toca a nosotros disfrutar de nuestra casa y que los muros que una vez pertenecieron a nuestros bisabuelos y abuelos acojan a esta gran familia para que sigamos dándole vida.
Muchas gracias a todos y recuerden respetar los territorios que visitan: sus huellas no son necesarias.
Familia Rodríguez Cabrera.
A través del volumen «Fuerteventura a Camello», los propietarios del Hostal Rural «La Era de la Corte» en Antigua, Fuerteventura, contribuyeron a descubrir recetas tradicionales, recuerdos gastronómicos, como se alimentaban en la isla hace 50 años.
«Y para finalizar, les diré que cuando lo empecé a escribir acababa de cenar y por mi edad, me suelo quedar con hambre, pero ahora, tengo por un lado jilorio y por otro a Mª Victoria que me cuida, procurando que no llegue al emboste». Así conclluye Andrés R. el prólogo dedicado a su esposa en esta gran obra gastronómica, impregnada de sabores majoreros.

