El uso de petardos y fuegos artificiales en Nochevieja es una costumbre para muchas personas en España tan arraigada como es brindar con cava o tomarse las doce uvas, una tradición inofensiva para la mayoría de las personas, pero cuyo efecto puede ser perjudicial, e incluso mortal, para algunos animales.
Mascotas y fauna silvestre -en especial las aves- se ven muy afectadas por el uso de materiales pirotécnicos, cuyo ruido les supone «un estímulo negativo, no previsible y que desconocen», generándoles «intranquilidad, estrés, pánico, paralización, intentos de escape» en el caso de animales domésticos y -en situaciones extremas- la muerte por paro cardíaco.
Regulación en la venta y el uso
Los artículos pirotécnicos están regulados por la Ley Orgánica 4/2015 y por el Reglamento de Artículos Pirotécnicos y Cartuchería, que clasifica los productos por peligrosidad y edad mínima a la vez que establece normas estrictas para su fabricación, almacenamiento y comercialización, pero no tanto para su uso.
Estas regulaciones estatales, sin embargo, pueden ser modificadas por las Comunidades Autónomas y ayuntamientos, que tienen la libertad de reducir las edades establecidas y, lo que es más importante, de establecer la ordenanza que limita su uso.
Los casos más restrictivos, son los de algunas ciudades de Madrid, Barcelona (prohibido en zonas verdes y recomendación de no usarlos) o Vitoria-Gasteiz (permitido el uso durante 15 minutos en Año Nuevo).
Por ejemplo, en Alcalá de Henares (Madrid) está prohibido el lanzamiento de petardos y artificios pirotécnicos durante las fiestas navideñas, para evitar las molestias y perturbaciones en personas y mascotas y las infracciones de la normativa municipal son sancionadas con multas de hasta 750 euros.
La audición de los animales
El pasado verano, expertos veterinarios recomendaron tener una especial atención a las mascotas por los petardos y los fuegos artificiales durante las fiestas de las hogueras de San Juan, ya que hasta un 50 % de los perros resulta afectado.
La audición de los perros y gatos es «mucho más aguda que la de los humanos y esto les hace más vulnerables a los estímulos auditivos intensos e impredecibles» como los de los petardos, lo que les genera miedo, estrés y desorientación que puede derivar en «fobias duraderas» o en golpes y traumatismos que requieran atención veterinaria urgente.

