Después de años sin avistamientos, la ardilla moruna (Atlantoxerus getulus) ha vuelto a dejar rastro en Gran Canaria. El hallazgo reciente de un ejemplar en La Angostura, capturado por un vecino con ayuda de su perro perdicero y entregado al Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de Tafira, ha encendido las alarmas entre naturalistas, autoridades y ciudadanía comprometida con la protección del ecosistema insular.
Originaria del norte de África, esta especie fue introducida en Fuerteventura en 1965 como animal de compañía. Lo que comenzó como una curiosidad doméstica se convirtió en una invasión biológica: hoy se estima que hay más de dos millones de ejemplares en la isla.
Su expansión ha sido favorecida por la ausencia de depredadores, su dieta omnívora y su alta capacidad reproductiva.
El traslado de esta ardilla a otras islas está terminantemente prohibido. Sin embargo, el ejemplar capturado en Gran Canaria evidencia que alguien, por desconocimiento o negligencia, ha vulnerado esta norma. ¿Quién puede haber sido capaz de capturarla en Fuerteventura y liberarla en otra isla? Hay quienes apuestan porque se introducen en los bajos de los coches o autocaravanas.
La mezcla de ignorancia y mala idea, como denunció públicamente en sus redes sociales el veterinario Pascual Calabuig, responsable del Centro de Recuperación de Tafira, pone en riesgo años de esfuerzo por mantener a raya esta especie invasora.
Amenaza
La ardilla moruna representa una amenaza directa para aves nidificantes, reptiles endémicos y cultivos locales. Consume huevos, frutos, insectos y puede transmitir enfermedades como la leishmaniasis. En islas como Lanzarote y La Palma, entre otras, ya se han detectado ejemplares sueltos, lo que refuerza la poca conciencia ciudadana para evitar una nueva tragedia ecológica, como ocurre ahora en Gran Canaria con la serpiente real de California, entre otras especies invasoras.
El Cabildo majorero y otras administraciones públicas han lanzado en diversas ocasiones campañas informativas para evitar que los ciudadanos y turistas alimenten a las ardillas morunas, las capturen o las trasladen a otras islas, con el fin de prevenir su expansión y evitar daños a la biodiversidad.