En Afganistán hace 41 años donde no existe la paz. Generaciones enteras de afganos solo recuerdan el conflicto como el estado natural en el que se desarrollan sus vidas. El devenir del país ha estado marcado por las configuraciones del sistema-mundo y el juego de posiciones de las superpotencias, en los diferentes contextos de guerra fría (bipolaridad), de guerra contra el terror (unipolaridad) y la multipolaridad resultante del deterioro del capitalismo tras la crisis del 2008.
En un primer momento, en plena guerra fría, la Unión Soviética en 1979 invadió Afganistán para colocar en Kabul un gobierno bajo la órbita comunista. Estados Unidos no tardó en ayudar y armar a los talibanes, para posteriormente tener que combatirlo.
Este grupo emerge a mediados del siglo XX como un movimiento estudiantil de islamistas ultraconservadores donde impera la Sharia. En 1989 con la URSS agonizando se hacen con el poder.
En 2001, tras los atentados del 11-S, Bush presentaba la invasión como un acto de generosidad, en un mundo con un solo foco de poder, justificando una guerra contra el terror en post de la democracia y de los derechos fundamentales. Sin embargo, los afganos se encuentran en una guerra perpetua lejos del final, sin instituciones democráticas, sin los derechos humanos más básicos y a punto de caer en manos de un régimen que va a constreñir los derechos y libertades públicas aún más si cabe, y sobre todo, los de las mujeres.
A las grandes potencias les ha resultado sencillo crear inestabilidad ante la fragilidad estatal que es el elemento común de estas diversas situaciones que ha atravesado el país. En los años 90 se acuñó el concepto de “Estado fallido” para identificar aquellos
Estados que en la terminología de Max Weber, se muestran incapaces de mantener el monopolio del uso legítimo de la fuerza. En Afganistán, el Estado es inexistente en todo en partes importantes de su territorio. El gobierno es incapaz de generar políticas públicas básicas, produciendo que la cohesión social y la retroalimentación con el sistema
político se disuelva.
Está situación genera un vacío de poder que rápidamente es ocupado por movimientos internos como el Talibán, Alqaeda y Daesh, existiendo gobiernos paralelos; el nacional y el insurgente.
Pero también, por potencias extranjeras que se han servido y han agudizado está circunstancia para cumplir con sus aspiraciones hegemónicas y de paso controlar el
Rimlan, la zona que permitía en un mundo parcelado en bloques y telones de acero, conseguir la contención o la expansión global de la tierra corazón, en función de quien la dominara.
De las teorías de Mackinder y de Spykman se desprende la que sería conocida como la “política de contención” y Afganistán cumplía con este objetivo de taponar el choque. La diplomacia, el espionaje, las relaciones comerciales, la subversión e incluso las intervenciones militares directas han sido las tácticas habituales para conseguirlo.
This, even more than yesterday’s images of choppers over the embassy, may be the defining image of the West’s failure in Afghanistan.
People so terrified, so desperate to leave, they are chasing a plane down the runway, clinging to its undercarriage. https://t.co/mAnBLL4EBP
— Emma Graham-Harrison (@_EmmaGH) August 16, 2021
Pero la crisis de 2008 puso al descubierto el agotamiento del modelo de acumulación y creó las condiciones para la transición hacia la nueva configuración del sistema internacional.
El control de la 5G y las derivaciones de la globalización se han convertido en el eje clave de la competencia internacional. A estos factores tecnológicos hay que sumar el paradigma energético y las relaciones ecológicas que han hecho que la zona caliente del planeta pivote hacía la región Asia-Pacífico como una consecuencia lógica del reconocimiento del papel de Asia oriental como principal motor del crecimiento económico mundial y el reforzamiento de China como potencia con capacidad para competir por la hegemonía. De ahí, la retirada de EE.UU de Afganistán, al dejar de ser una zona influencia prioritaria, en la que solo se dispersan recursos. La retirada refleja la crisis estructural y el agotamiento de una configuración y la formación de otra. La pérdida de poder por parte de Estados Unidos parece clara.
Al margen de las cosmovisiones, la sociedad afgana va a seguir siendo víctima de su propio emplazamiento en el mundo. Los grandes beneficiarios son los grupos extremistas que llevan la ley Sharia a su máxima expresión sin ningún tipo de presión gubernamental.
Y mientras tanto, la comunidad internacional observa sin acción la violación de los derechos humanos dejando huérfano de futuro a una nación.
Javier Moreno
Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid y colaborador habitual en Mesa de Juventudes Políticas de ‘El Magacín de Nuria González’ en Onda Fuerteventura.
The scene outside the Kabul airport gate this morning, where people were arriving by the thousands and things were rapidly spiraling out of control, as false rumors spread of flights out for anybody without visas. Several killed inside and outside already. pic.twitter.com/Rzdi2D9BTe
— Matthieu Aikins (@mattaikins) August 16, 2021
Otros asuntos analizados por el politólogo Javier Moreno