La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo ha ratificado una sentencia que condenó a un individuo por haber violado y agredido sistemáticamente a su hija desde que cumplió 12 años hasta que alcanzó la mayoría de edad. Incluso, en una ocasión, este individuo llegó a romper la nariz de un puñetazo a la menor cuando se enteró de que pretendía venirse a vivir a Canarias con un joven con el que había iniciado una relación sentimental.

El Alto Tribunal decreta la firmeza de una sentencia dictada en primera instancia por la Audiencia Provincial de Toledo en junio de 2021. La misma describe unos hechos que se produjeron, en su amplia mayoría, en una finca de Segovia en la que el condenado, nacido en Rumanía en 1975, vivió junto a su familia formada por su esposa y los hijos de ambos, entre ellos la víctima también natural de Rumanía y del año 1998.

En 2010, poco tiempo después de que la menor cumpliera 12 años, su padre aprovechó cuando se encontraba a solas con ella, para « manosearla por todo el cuerpo, tocándole también sus pechos, nalgas y vagina» dos o tres veces por semana. En estas situaciones, el condenado cogía la mano de la niña para situarla junto a su pene, mientras le decía comentarios tales como « no digas nada a nadie, esto es un juego», lo que generaba paulatinamente un sentimiento de «temor de la menor hacia su padre, debido a la dependencia que la misma mantenía hacia éste«.

Desde que la denunciante cumplió los 14 años en 2012 y hasta que llegó a los 16, su padre sometía su voluntad «a fin de que ésta última accediera a todos los tocamientos de naturaleza sexual» que llevaba a cabo. También le recriminaba, en presencia de todos los miembros de la familia, «comportamientos o conductas falaces, para agredirla a continuación con sus manos».

Esta situación originaba a la menor «una presión psicológica que la privaba auténticamente de su voluntad y que provocaba que accediera a las sucesivas solicitudes sexuales» que le dirigía su padre cuando ambos se hallaban a solas.

Ya con 14 años, esta joven comenzó a mantener una relación de pareja con un chico de su edad, pero cuando su padre se enteró, montó en cólera y le llegó a decir «puta, no vales para nada, sólo buscas polla, ¿no tienes suficiente con la mía?». A continuación, le agarró fuertemente por su brazo y le retorció la mano hasta fracturarle un hueso. Todo ello, detalla la sentencia, «con la intención de evitar» que la afectada «pudiera mantener relaciones afectivas con personas de su edad y que la misma se sometiera a los tocamientos impúdicos que su padre le dirigía».

Cuando fue al médico a tratarse la fractura en la mano, la menor relató al personal facultativo que la atendió «que las lesiones se habían ocasionado debido a una caída accidental».

En ese mismo año, en una ocasión el condenado instó a su hija «a que se desnudara en una habitación del domicilio familiar, conjuntamente con su hermano», para que ambos se «rozaran sus genitales». Debido al temor que sentían hacia su padre, la niña accedió a ello, convenciendo a su hermano para que «se situara encima de la cama».

Mientras, el adulto «aprovechó para presenciar, con un evidente ánimo lascivo, dicha escena entre sus hijos». Desde entonces, este también amenazaba a su hija con contarle a su madre que ella se acostaba con su hermano, a cambio de que se dejara tocar los genitales.

Ya con 16 años, la adolescente «comenzó a mantener plenas relaciones sexuales» con su padre «aunque sin su consentimiento». La primera ocasión fue en enero de 2015, cuando fueron a Segovia en coche y al regresar, el adulto estacionó el vehículo en un camino y procedió a besar y a tocar los genitales de su hija, al tiempo que le expresaba: «¿has follado antes? ¿No te gustaría probar?». Minutos después «procedió a introducir su pene en la vagina de su hija, donde eyaculó».

A partir de ese momento, cuando ambos se encontraban a solas en 2016, la violó de forma sistemática. Dichas relaciones tuvieron una periodicidad inicial de una o dos veces por semana, si bien su frecuencia aumentó en los meses sucesivos.

Poco tiempo después, al enterarse el adulto que su hija había comenzado una nueva relación con un chico que vivía en Canarias, le dio un puñetazo en la nariz a su hija, fracturándole los huesos propios ya que le dijo que quería marcharse a las islas a vivir con él.

Aun después de cumplir los 18 años, la víctima «continuó manteniendo relaciones sexuales con su padre». Este llegó incluso a decirle frases como: «ya estarás con otros, ¿para qué vas a estar con otros? Yo sé que me vas a denunciar, pero tú vas a caer conmigo». También le pegaba delante de su madre y hermano cuando ella se negaba a satisfacer los deseos sexuales del condenado.

También llegó a coger un cuchillo y amenazó a su hija diciéndole «habrás follado con alguno, dime la verdad».

Llegó incluso a pedirle a su hija que le enviara fotografías de ella desnuda por móvil.

Fruto de las abundantes relaciones sexuales no consentidas que la víctima mantuvo con su padre, la misma «quedó embarazada», dando a luz a un niño en 2017. Al enterarse, su padre le ordenó que mintiera a su madre y hermano y les dijera que el padre era un desconocido. Debido a esta circunstancia, el hijo fue inscrito en el Registro Civil sin referencia alguna a su paternidad.

Por último, cuando esta mujer cumplió 21 años, en 2019, su padre se enteró de que tenía un novio rumano y le exclamó «eres una puta, te gustan las pollas». A continuación, le cogió un dedo y se lo retorció, lo que provocó que perdiera parte de la movilidad del mismo.

Como consecuencia de todos estos hechos, la víctima requirió de asistencia psicológica.

Fuente: Canarias7